"Todo amor a mí mismo parte de la valiente aceptación de mí mismo ahora, aquí y así. Con amor al que fui y esperanza en el que seré... "Amarse a sí mismo es, pues, fundamentalmente aceptarse, y aceptar al hombre que soy y su circunstancia. Y mi circunstancia más íntima es que soy yo y no otro... "La no aceptación de mí mismo vive -si eso se puede llamar vida- empleando la existencia en preguntas absurdas porque no responden a cuestiones reales, me escamotean la verdad de la vida, y no pueden tener respuestas reales sino quiméricas. Y los porqué se multiplican hasta el infinito. En tanto me hacen vivir en la no realidad ni afrontarla desde donde soy, contribuyen a que yo no sea yo, a que no me acepte, a que no me ame, porque vivo en función de alguien que pudo ser, pero que no soy yo; porque vivo entonces en un mundo de quimeras. Y amarse a sí mismo es ser fiel a la realidad y desde la realidad tratar de ser más yo mismo... "Si nos amamos y aceptamos nosotros mismos, aceptaremos nuestro pasado. Y en él, nuestros pecados que sabemos ya bajo el signo salvador del amor de Dios... Un amor auténtico lleva siempre implícito el perdón (Mt. 18,15-35; Lc. 17, 3-5)... No me reconcilio con el yo que soy, porque, en el fondo, me exigiría renunciar a ese personaje que quiero presentar o representar aun ante mí mismo.
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día? ¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?
Israel había encontrado a Dios en medio de su historia. Dios lo invitó a forjarla juntos, en Alianza. El señalaba el camino y la meta, y exigía la colaboración libre y creyente de su Pueblo. Jesús aparece igualmente actuando en la historia de la mano de su Padre. Su actitud es, a la vez, de total confianza y de máxima corresponsabilidad y compromiso. Porque sabe que todo está en las manos del Padre que cuida de las aves y de los lirios del campo. Pero sabe también que la acción del Padre busca pasar a través de la suya. Como el Padre es el protagonista, Jesús busca seguir sus caminos y sus ritmos. Su preocupación de cada instante consiste en sintonizar fiel y rigurosamente con el querer del Padre. No basta con conocer la meta y caminar hacia ella. Se trata de conocer y esperar la hora, que para cada paso tiene señalada el Padre, escrutando los signos de su Providencia.
¿Qué le dices al Señor antes de finalizar el día?
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
¿Qué te dice el Señor en este día que concluye?
Mi corazón está contigo, Padre, mi corazón está contigo. En este momento, mi cabeza piensa en Ti. En este momento, mis manos estrechan tus manos. En este momento, mi voluntad busca tu voluntad. En este momento, me decido... por tu Reino. Como Abrahám, me lavaré y echaré a andar. Como Moisés, mataré todos mis dioses. Como David, reconoceré mis yerros. Como Jeremías, oiré tu voz. Como Jesús, lucharé por el hombre, consagraré mi vida a tu causa. Sólo Tú eres Dios. Sólo Tu eres sentido. Sólo Tú liberas. Sólo Tú eres fiel. Sólo Tú eres esperanza. Sólo Tú eres amor. Sólo Tú eres Dios. Mi corazón está contigo, Padre, mi corazón está contigo. Seguiré los pasos de Jesús. Hoy me decido por Ti. Y Jesús me dice: ten valor. Yo voy contigo.
¿qué te dice el Señor al terminar este día?
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